Comunicación emocional

  Después de ver noticias sobre corrupción, de asimilar como podemos toda la infoxicación a la que estamos expuestos, la mala y la buena, los mensajes positivos, los mensajes negativos, etc... llega la Navidad... y llega la lotería. Sí, ya sé que todos habéis visto el anuncio y que más de uno habrá echado una lagrimita. Es decir, nos han tocado el corazón, la fibra sensible. Han conseguido emocionar con la comunicación. Publicidad en este caso, vamos, para que compremos boletos. No está mal, ni mucho menos. Me parece un poco excesivo el dinero gastado en un spot (más de 800.000 euros), pero imagino que habrá dado trabajo a mucha gente, por lo cual, está bien. 

A lo que voy es, si la comunicación es capaz de emocionarnos en la tele, ¿por qué no lo hacemos en el día a día? ¿Qué falta? ¿Dónde está la empatía? ¿Es que sólo somos capaces de emocionarnos con lo que vemos o escuchamos en la tele? ¿Si yo contara mi historia a modo de película tendría más valor? Pienso que todo es un arma de doble filo, que nuestra vida diaria la vemos de color gris, que no nos indignamos lo suficiente, que tragamos demasiado, que no vemos a los demás, y que las alegrías y demostraciones de amor nos la guardamos para círculos muy cercanos, a veces demasiado cercanos. No hay nada malo en expresar lo que se siente, lo que se piensa. Manuel no pudo comprar su billete de lotería. ¿Comparías tú uno para tu vecino en paro? Veo cómo se tira comida en buen estado prácticamente todos los días. Nadie lo denuncia. Yo tampoco. Veo cómo se ponen zancadillas a compañeros de trabajo, cómo la inquina y la soberbia ganan a la naturalidad y a la espontaneidad, a la vida. Cómo las malas tretas y gestiones sacuden a la vida diaria de todos nosotros, incluso en el mencionado anuncio, que le pregunten a este señor al que le "robaron" el trabajo. ¿Por qué? ¿Por qué es emocionante una historia vista en tv si la nuestra puede ser mucho mejor? Quizá deberíamos empezar a actuar y no a ser espectadores. Quizá deberíamos hacer de cada día un teatro, una escena diferente. Quizá lo emocionante no es lo que nos quieren vender sino lo que tenemos al lado, justo al lado, quizá lo que hacemos es más valioso que las vidas de lujo de los poderosos, quizá lo que luchamos con toda nuestra alma es más importante que comprarse una casa, un coche, que ver esas películas comerciales donde parece que la vida es mejor o mucho peor.

Yo me planto, ésto no puede ocurrir solo en Navidad, esto no puede emocionar solo en estas fechas porque haya un anuncio de por medio, no podemos callarnos más, tenemos y debemos emocionar y emocionarnos.  

Es bueno para nuestro corazón, si acaso para que no suene tan cursi, es bueno para el sentido común. como dice una gran canción de Talking Heads (Once in a Lifetime), "Debes preguntarte a ti mismo, ¿cómo he llegado aquí? (...) Remueve el agua que hay en el fondo del oceáno. 

No paremos de remover. 

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About Ana M.

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5 comentarios :

  1. Qué reflexión tan interesante y qué pena que lo que dices en ella sea verdad. El anuncio, la película de turno tienen su mérito, interpretan la realidad, pero lo triste viene cuando la empatía se practica en el lugar inadecuado. Voy a contar algo personal pero es que no se me ocurre otra manera.

    La palabra más utilizada en estos tiempos es "prisa", todo el mundo la tiene y parece que nos hemos vuelto un pelín egoístas, "yo, yo y yo" porque total, ¿quién va a mirar por nosotros?

    Ayer una señora necesitaba ayuda para ponerse su gorro de natación. A mí me habían tenido que echar una mano las veces que había acudido a la piscina por torpeza y porque mi gorro era realmente malo, sin pensar en que llegaba tarde, observando que una a una las personas que estaban a nuestro lado desfilaron sin prestar atención a sus palabras, me ofrecí a ayudarla. Su semblante cambió y me hizo una confesión "mi mano es inútil", con asombro la observé. Era cierto, estaba más rígida que la otra pero no me había fijado.

    De camino a la piscina fue contándome su calvario con un tono triste y con un gesto de miedo perenne. Había sufrido un accidente y durante un año no se había podido levantar de una silla de ruedas. Ahora caminaba "lenta" (según sus palabras) y era "torpe" también según sus palabras.

    Decidí mandar a la porra mis propios miedos a la piscina y a la clase que iba a comenzar para escuchar a esta señora de mirada dulce, para confesarle que yo también tenía o había tenido mis limitaciones y que en estos momentos la peor enemiga que tenía era ella misma, ¡¡no me había fijado en su caminar!! ¡¡su mano no era inútil sino más lenta!! ¡¡Estaba allí en vez de en casa lamentándose de su mala suerte!!

    Nos pasamos diez minutos hablando y terminamos riendo. No sé si eso fue una buena acción, ni estoy segura de que la sonrisa le durara todo el día pero practiqué la empatía que mencionas y me emocionó su historia porque le dediqué tiempo.

    La vida es mucho más sencilla de lo que pensamos. Nos la complicamos nosotros en ocasiones, no siempre son los otros los malos, no siempre la culpa es de una conspiración que te has creado, a veces, digo a veces, somos nosotros los que nos ponemos palos en las ruedas para no avanzar. Ok, tienes un problema, pero ¿qué haces? ¿lo aceptas y te tomas la vida con humor o vives amargándote día tras día acusando a tu entorno de tu mala suerte?

    Escuchemos al otro, cuando detectemos que no se trata de una persona tóxica que sólo sabe hablar de sus miserias, sino a seres extraordinarios que sufren por creer que no van al ritmo que no se sabe quién ha marcado.

    La emoción está en la calle, las historias están en la calle y los creadores de este anuncio sólo han recogido esas historias.

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  2. Gracias Joana. Tu historia me demuestra que realmente podemos hacerlo. Que se puede mirar a los demás y no pasar de largo. Que las historias verdaderas están a nuestro alcance.

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  3. Aplauso cerrado Ana! Bravo!

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  4. Me uno a ese aplauso, compartiendo su espíritu solidario y constructivo. ¡Bien!

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  5. Muchas gracias Presen. Y muchas gracias Antonio. Todo un honor que se pasee por mi blog.

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